El control de malezas (malas hierbas) es un aspecto fundamental tanto en entornos empresariales como en la agricultura. La proliferación de vegetación no deseada puede afectar gravemente la productividad de los cultivos y la imagen de instalaciones empresariales.

Además, las malezas descontroladas suponen riesgos importantes: aumentan la posibilidad de incendios, dificultan el mantenimiento de infraestructuras y pueden atraer plagas de insectos o roedores que encuentran en la vegetación su alimento​. Por ello, mantener a raya las malezas es esencial para garantizar la seguridad, la salud de los cultivos y la operatividad de las instalaciones.

En este contexto, los herbicidas se convierten en aliados indispensables.

Estos productos fitosanitarios permiten eliminar eficientemente las malas hierbas donde métodos manuales o mecánicos resultarían costosos o insuficientes. Su uso en la agricultura empresarial maximiza los rendimientos al reducir la competencia de las malezas con los cultivos. Igualmente, en sectores industriales (como fábricas, parques solares o redes viarias), los herbicidas ayudan a mantener el terreno limpio, evitando daños, permitiendo el correcto funcionamiento de las redes de drenaje y garantizando el cumplimiento de normativas de seguridad.

Eso sí, su aplicación debe hacerse de forma responsable y regulada, preferiblemente de la mano de profesionales. Empresas especializadas como Plaguefit ofrecen este servicio integral en control de vegetación, asegurando un manejo adecuado que conjuga eficacia y respeto por la normativa vigente y especialmente el Medio Ambiente.

La aplicación de herbicidas en instalaciones industriales es parte fundamental del control de malezas para garantizar el correcto funcionamiento, evitar accidentes e incendios. . Un manejo profesional y planificado permite mantener los terrenos libres de vegetación indeseada, mejorando la seguridad y la productividad.

Tipos de herbicidas

Existen diversos tipos de herbicidas, que se pueden clasificar según varios criterios. A continuación, se describen las clasificaciones más importantes por su forma de acción, su mecanismo en la planta y su composición química:

Según su acción sobre las plantas

Los herbicidas selectivos eliminan únicamente las plantas objetivo (las malezas) sin dañar el cultivo principal o la vegetación deseada. Por ejemplo, la metribuzina es selectiva en cultivos como la patata, permitiendo controlar ciertas hierbas sin afectar al tubérculo. En cambio, los herbicidas no selectivos (también llamados herbicidas totales) eliminan una amplia gama de especies vegetales, prácticamente toda planta sobre la que se aplican.

Un caso conocido es el glifosato, un herbicida de amplio espectro que arrasa con la mayoría de las malezas y por ello se usa mucho en terrenos sin cultivo o en preparación de barbechos. Debido a su potencia, al aplicar herbicidas no selectivos se debe tener mucho cuidado de que no alcancen plantas valiosas o jardines cercanos.

Según su mecanismo de acción en la planta:

Distinguimos principalmente entre herbicidas de contacto y herbicidas sistémicos. Los herbicidas de contacto actúan únicamente en las partes de la planta donde se deposita el producto; ocasionan quemaduras o destrucción localizada de los tejidos vegetales, pero no penetran profundamente, por lo que suelen no matar raíces ni rizomas (un ejemplo clásico es el paraquat). Por otro lado, los herbicidas sistémicos son absorbidos por la planta (a través de hojas o raíces) y se traslocan por su sistema vascular, alcanzando todas las partes, incluidas las raíces. Esto les permite eliminar completamente la maleza, incluso órganos subterráneos, lo que resulta muy eficaz para plantas perennes o de raíz profunda.

Un ejemplo es nuevamente el glifosato, que aplicado en las hojas viaja hasta la raíz causando la muerte total de la maleza. Gracias a este modo de acción sistémico, una sola aplicación bien dirigida puede erradicar completamente la planta objetivo.

Según su composición química:

Los herbicidas también se clasifican por sus familias químicas o ingredientes activos.
Cada familia tiene un modo de acción específico y espectro de control. Por ejemplo, glifosato pertenece a la familia de los organofosforados (derivado del ácido fosfónico) y actúa inhibiendo enzimas esenciales para las plantas. Otros herbicidas, como los llamados hormonales, imitan auxinas (hormonas vegetales de crecimiento) provocando un desarrollo descontrolado en las malas hierbas que las lleva a morir; en este grupo están el 2,4-D y el triclopir.

El triclopir en particular es un herbicida sistémico selectivo de tipo auxínico: se absorbe rápidamente y se distribuye por la planta causando efectos similares a las hormonas naturales, siendo muy eficaz contra especies de hoja ancha (dicotiledóneas) sin apenas afectar a las gramíneas (monocotiledóneas). Otras familias químicas comunes incluyen las sulfonilureas, las triazinas (ej. atrazina) o las ureas sustituidas, entre muchas más.
Cada composición química tiene ventajas e inconvenientes (persistencia en suelo, selectividad, toxicidad, etc.), por lo que la elección del herbicida adecuado debe considerar tanto el tipo de maleza como el entorno de aplicación.

Aplicaciones y uso seguro

El uso de herbicidas está extendido en múltiples ámbitos empresariales: desde empresas agrícolas hasta compañías de jardinería y paisajismo, pasando por entornos industriales. A continuación, abordamos sus principales aplicaciones en estos sectores y las buenas prácticas para un uso seguro:

En explotaciones agrícolas, los herbicidas forman parte de los planes de control de plagas y malezas (gestión integrada). Se utilizan para proteger los cultivos eliminando la competencia de malas hierbas que roban nutrientes, agua y luz a las plantas cultivadas. Por ejemplo, en cultivos extensivos de cereales es común aplicar herbicidas selectivos en post-emergencia para controlar dicotiledóneas sin dañar el cereal. Un uso adecuado de herbicidas en la agricultura puede maximizar la producción y garantizar cosechas de calidad​. Sin embargo, es imprescindible elegir el producto idóneo para cada cultivo y maleza, y respetar los plazos de seguridad antes de la cosecha (tiempo mínimo entre la aplicación y la recolección para evitar residuos en los alimentos).

Muchas empresas recurren a herbicidas para mantener despejadas sus instalaciones. En polígonos industriales, plantas energéticas, aeropuertos, vías férreas o solares fotovoltaicos, la vegetación descontrolada puede dañar infraestructuras, obstaculizar operaciones de mantenimiento e incluso provocar accidentes (por ejemplo, malezas altas que secan pueden originar incendios o interferir con equipamientos). Aplicar tratamientos herbicidas periódicos ayuda a mantener el terreno limpio y seguro. Un caso concreto es el de las subestaciones eléctricas, donde se busca un terreno yermo para prevenir el riesgo eléctrico por contacto vegetal y evitar incendios; allí se combinan desbroces mecánicos con herbicidas residuales que impiden el rebrote​. En estos entornos, el uso profesional es clave: se emplean técnicos especializados o empresas de control de plagas certificadas (como Plaguefit) que cuentan con equipos de pulverización adecuados y personal formado para aplicar los productos de forma eficaz y sin riesgos.

En parques, jardines corporativos y zonas verdes, el control de malezas es tanto estético como sanitario. Las malas hierbas pueden afear el paisaje, desplazar a las plantas ornamentales e incluso ser tóxicas para mascotas o niños en entornos frecuentados por personas. En estos casos se suelen usar herbicidas selectivos (por ejemplo, para eliminar diente de león u otras hierbas de césped sin dañar el pasto) y métodos manuales combinados. Dado que son áreas públicas o de esparcimiento, se extreman las precauciones: se aplican los productos en horarios de baja afluencia, señalizando las zonas tratadas, y eligiendo herbicidas de baja toxicidad o formulaciones especiales (como herbicidas biológicos o de contacto de efecto rápido) para minimizar cualquier riesgo. La seguridad del personal de jardinería y de los usuarios del espacio es prioritaria, por lo que el cumplimiento estricto de las indicaciones del fabricante en dosis y plazos es indispensable.

Personal capacitado aplica herbicidas de forma dirigida en cultivos hortícolas. El uso de equipos de protección (mascarillas, guantes, etc.) y maquinaria adecuada permite un control de malezas eficiente a la vez que se protegen la salud del aplicador y el medio ambiente​.

A pesar de sus beneficios, un uso incorrecto o imprudente de herbicidas puede acarrear consecuencias negativas. Problemas como la aparición de malezas resistentes a ciertos herbicidas, la contaminación del suelo y del agua por excesos o derrames, e incluso daños a plantas no objetivo (cultivos o árboles cercanos) ocurren si no se siguen las buenas prácticas​.

Por ello es fundamental que el empleo de estos productos se realice con conocimiento y precaución.

Algunas recomendaciones clave para un uso seguro en cualquier ámbito son:

Al aplicar estas buenas prácticas, las empresas se aseguran de aprovechar las ventajas de los herbicidas (eficacia y ahorro de costes a largo plazo) minimizando sus riesgos para la salud humana y el medio ambiente. Un plan de control de vegetación bien diseñado, ejecutado por profesionales, logra superficies libres de malezas de forma segura, eficiente y sostenible.

Normativa en España

En España existe una normativa rigurosa que regula la utilización de herbicidas y demás productos fitosanitarios, con el objetivo de proteger la salud pública y el medio ambiente. Las leyes nacionales están alineadas con la normativa de la Unión Europea, estableciendo requisitos tanto para los productos en sí como para quienes los aplican. A grandes rasgos, el marco legal exige lo siguiente:

Todo herbicida comercializado debe estar aprobado por las autoridades competentes (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y organismos de la UE) antes de su venta. Solo las sustancias activas evaluadas y autorizadas a nivel europeo (según el Reglamento (CE) Nº 1107/2009) pueden usarse en formulaciones comerciales​

Los envases de herbicidas deben incluir etiquetas claras con la composición química, indicaciones de uso, dosis recomendadas, plazos de seguridad, pictogramas de peligro y medidas de precaución. Es obligatorio respetar al pie de la letra estas indicaciones, que son parte de la normativa de uso seguro​

La legislación española requiere que los profesionales que manipulan y aplican herbicidas estén debidamente formados. De hecho, es necesario poseer el carné de manipulador de productos fitosanitarios (en nivel básico, cualificado o fumigador, según el caso) para realizar tratamientos en el ámbito agrario o ambiental​. Este carné se obtiene mediante cursos homologados donde se enseñan las buenas prácticas, normativa y seguridad en el uso de plaguicidas. Así se garantiza que quien aplica el producto conoce los riesgos y la forma correcta de hacerlo​

En 2012 se aprobó el Real Decreto 1311/2012, que establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios en España​. Esta norma, pionera, introdujo medidas como la inspección periódica de los equipos de aplicación (para asegurar su correcto funcionamiento), la definición de zonas de protección (por ejemplo, mantener distancias de seguridad al fumigar cerca de cursos de agua o áreas sensibles) y la promoción de métodos alternativos al control químico​. Asimismo, en espacios utilizados por el público o grupos vulnerables (parques urbanos, jardines de colegios, hospitales, etc.) se imponen restricciones adicionales a la aplicación de herbicidas, fomentando primero medidas no químicas​

La normativa va actualizándose para restringir o prohibir sustancias activas que presenten riesgos inaceptables. Por ejemplo, productos previamente comunes como la atrazina fueron retirados del mercado por su impacto ambiental. El glifosato, el herbicida más utilizado, ha estado bajo escrutinio y su autorización se renueva de forma condicionada a nivel UE​. Las empresas que requieran usar herbicidas en áreas extensas o sensibles deben, en ocasiones, notificar a la autoridad competente o contar con permisos específicos, especialmente si se trata de tratamientos aéreos o en dominios públicos (una orden autonómica puede regular, por ejemplo, el uso de herbicidas en cunetas de carreteras)​. En el ámbito agrícola, además, se exige llevar un registro de los tratamientos realizados (cuaderno de campo) documentando fechas, dosis, productos y parcelas tratadas, como parte de la trazabilidad y cumplimiento de la gestión integrada de plagas.

En resumen, el uso de herbicidas en España está fuertemente regulado. Las empresas deben asegurarse de: adquirir solo productos homologados, emplear personal acreditado, y seguir los procedimientos legales (desde el almacenaje seguro de los químicos hasta la gestión de envases vacíos a través de puntos SIGFITO). Incumplir estas normativas puede conllevar sanciones y, más importante aún, poner en peligro la salud de las personas y el entorno.

Por eso, muchas organizaciones optan por delegar estas labores en compañías especializadas, que garantizan el cumplimiento normativo a cada paso.

Conclusión

Los herbicidas son herramientas poderosas para el control de malezas en entornos empresariales y agrícolas, pero deben usarse con responsabilidad y conocimiento. Una gestión inadecuada puede generar riesgos laborales, ambientales y legales. En cambio, al utilizarlos de forma correcta —siguiendo las mejores prácticas de seguridad y las normativas vigentes—, aportan un gran valor en términos de eficacia y ahorro de costes a largo plazo, manteniendo los cultivos sanos y las instalaciones libres de vegetación indeseada.

En la actualidad, contar con el apoyo de una empresa especializada es la mejor garantía de que se realizará un control de malezas seguro y efectivo. Plaguefit, como empresa de control de plagas de referencia, ofrece no solo la aplicación técnica de los tratamientos herbicidas, sino también asesoramiento integral. Esto significa evaluar cada situación, elegir el tipo de herbicida más adecuado, aplicar la dosis precisa en el momento oportuno y asegurar que todo se haga conforme a la normativa. De hecho, Plaguefit ayuda a sus clientes a cumplir la normativa para el uso correcto de fitosanitarios, brindando acompañamiento para satisfacer lo indicado en el Real Decreto 1311/2012 y demás leyes aplicables​.

La relevancia de contar con una empresa especializada como Plaguefit radica en la tranquilidad y resultados que ofrece: un control de malezas profesional, con personal formado y certificado, que garantiza un uso seguro, eficaz y regulado de los herbicidas. De esta forma, las empresas agrícolas, industriales o de jardinería pueden enfocarse en su actividad principal sabiendo que la gestión de las malezas está en buenas manos, protegiendo tanto su inversión como el medio ambiente.