
La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es un insecto lepidóptero defoliador, que además de ocasionar daños de consideración en pinos y cedros, puede provocar urticaria, lesiones y trastornos alérgicos graves en personas y animales. Es una plaga conocida, que se identifica fácilmente por la presencia de bolsas blancas en las ramas de los árboles, la falta de hojas alrededor de los mismos y, en la primavera, por las procesiones de orugas que descienden por el tronco y se desplazan por el suelo para enterrarse.
El aumento o la disminución de la población de procesionaria depende de muchas variables, por ejemplo, las lluvias dificultan la reproducción de las mariposas en verano, ya que los adultos sólo viven un par de días. Si las lluvias son muy intensas también pueden afectar a los primeros estadios larvarios y, si son muy abundantes, pueden reducir la viabilidad de las crisálidas enterradas. Por el contrario, la falta de frio en los primeros estadios larvarios, a principios del otoño cuando las orugas son más sensibles al frio, evita su mortalidad.
El incremento en las temperaturas parece ser también el motivo de que la procesionaria esté produciendo afectaciones en zonas a más altitud y latitud que en años anteriores
CONTROL DE LA PROCESIONARIA
La procesionaria tiene algunos enemigos naturales como algunas aves insectívoras, hormigas, murciélagos o ciertos parásitos. No obstante, para controlar esta plaga en bosques y zonas urbanizadas son necesarias intervenciones humanas.
La lucha mecánica contra la procesionaria incluye la retirada y destrucción de los nidos. Las bolsas de difícil acceso pueden también destruirse mediante disparos localizados. También, durante la época en que las orugas descienden de los árboles, es posible colocar unos anillos que rodean el tronco del pino o cedro y las capturan, evitando que lleguen al suelo. Otras medidas complementarias son el uso de trampas con feromonas sexuales femeninas colgadas en los pinos, con las que se capturan los machos y se evita que puedan aparearse. Estas trampas son también un buen sistema de monitorización del nivel de infestación.
Cuando el tratamiento preventivo no es posible, la aplicación de tratamientos correctivos con insecticidas por nebulización permite controlar las poblaciones de orugas.
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